El día lunes 2 de junio di una charla sobre la vida y obra de Mario Levrero en el Ateneo de Montevideo. Evento organizado por AEDI-Uruguay. Aquí el texto de dicha charla:
Nació
el 23 de enero de 1940 en pleno centro de Montevideo. Su nombre
completo era: Jorge
Mario Varlotta Levrero
pero en lo literario utilizaba su segundo nombre y apellido casi como
un seudónimo, ya que en su vida cotidiana y en algunos trabajos
firmaba como Jorge Varlotta. Aunque también para ciertos trabajos de
crítica y humor en revistas publicó bajo otros seudónimos.
Entre los tres y ocho años
debió pasar en quietud absoluta por recomendación médica al
encontrársele un soplo al corazón. En esa época comenzó su amor
por el ocio y la lectura.
Era
hijo de un empleado de la famosa tienda London-París
y profesor de inglés. Abandonó el liceo y lo retomó a los 33 años
pero abandonó el Bachillerato.
Fue
un cineasta frustrado antes de volverse escritor. Entre los 21 y 22
años filmó dos películas mudas en 16mm y con cámara acelerada con
las que intentó homenajear a las comedias mudas como las de Buster
Keaton
y Laurel
y Hardy.
Lamentablemente dichas cintas se perdieron. Las dificultades técnicas
y económicas le impidieron continuar por ese camino.
Hizo sus primeras colaboraciones en una revista de la
Facultad de Medicina, con textos de humor absurdo. Sus primeras
publicaciones datan de finales de los sesenta, casi todas en
diversas revistas uruguayas y argentinas. Fue colaborador de algunas
revistas de humor rioplatense como Superhumor,
El Dedo, Guambia
y Misia
dura
que fue la primera. Allí integró el grupo de los denominados
"Surrealistas".
Era
además, un asiduo lector de novelas policiales de autores como
Raymond
Chandler, Simenon, Rex Stout,
entre otros. Género que parodió sobre todo en la novela/folletín:
“Nick
Carter se divierte mientras el lector es asesinado y yo agonizo"
Cabe
señalar que esta es una novela paródica donde se ridiculizan los
personajes, las acciones, los lugares y los recursos del género
policial. Totalmente surrealista, pasa de la ficción literaria a las
fantasías del inconsciente. Según algún crítico, "Nick
Carter, es una máscara que oculta con risas, la tragedia del autor".
Asimismo,
incursionó en la ciencia ficción con algunos de sus relatos:
“Gelatina”,
“Caza
de conejos”,
“Los
ratones felices”
y su libro: “Aguas
salobres”.
Su lenguaje es aparentemente
sencillo, de frases breves, que generan climas extraños y opresivos
e imágenes absurdas y divertidas.
Algunas de
sus influencias literarias son: Kafka,
Lewis Carrol,
pero él aseguraba que sus influencias no eran solamente la
literatura sino que todo contribuye:
Decía: "otro
error es buscar fuentes exclusivamente literarias para la literatura,
como si un fabricante de quesos tuviera que alimentarse
exclusivamente de quesos...".
"...creo
que el cine, la música, los amigos, las mujeres, las hormigas, el
mar y etcétera, me han influido tanto o más que los libros..."
Precisamente,
la música ha jugado un papel importante en la escritura de algunos
de sus libros. Por ejemplo, cuando escribió "La
ciudad"
escuchaba continuamente a los Beatles
y
en "Caza
de conejos",
a Schubert,
en especial "La trucha".
Se ganó la vida en diversos
trabajos. Tuvo una librería hasta que decidió dedicarse a escribir
en serio. Integró el plantel de una revista argentina de
crucigramas, principalmente mientras vivía en Buenos Aires entre
1985 y 1989. porque aquí no le daba el dinero para mantenerse.
Nunca
se consideró un buen escritor, sino un producto de la democracia
“ahora
cualquiera escribe”
-decía y fue gracias al consejo de “Tola”
Invernizzi
que comenzó a guardar sus escritos en 1966, ya que antes los
destruía.
Existen
varios estudios sobre la obra de este escritor al que se ha tratado
de clasificar -cosa que él odiaba- dentro de determinados géneros.
Aunque por lo general se lo enmarca dentro de los "raros"
uruguayos, al igual que Felisberto
Hernández
con el que mantiene ciertos puntos de contacto.
La de él, es básicamente una
literatura de "climas", donde importa más el "camino"
que el "destino" sobre todo en sus novelas. Sus atmósferas
son cerradas, claustrofóbicas -a veces- plagadas de detalles
psicológicos y de descripciones subjetivas, que generan una gran
tensión, resuelta muchas veces por el humor negro y el absurdo. Hay
una gran carga sexual en algunos de sus trabajos que en ocasiones le
ha valido la acusación de hacer pornografía -cosa que él rechaza
de plano ya que dice aborrecer la pornografía. Sí, en cambio se
puede asegurar, que sus textos tienen una marcada "sensualidad"
y algún grado de erotismo. Generalmente asociado a personajes
femeninos ambivalentes con las que el protagonista nunca logra
relacionarse satisfactoriamente.
Levrero utiliza un lenguaje
sencillo y claro, de frases breves pero no por ello, menos
interesante. Nos introduce en un mundo donde todo comienza a cambiar;
el tiempo y el espacio se estiran o se comprimen y todo se confunde;
los códigos aceptados se subvierten y los objetos sufren extrañas e
inquietantes metamorfosis. La angustia y su resolución a través de
la búsqueda de la felicidad, del orden, del amor o de la aceptación
son condición en sus historias.
Con gran riqueza imaginativa
crea ficciones que conducen a las zonas oscuras del ser humano, a lo
imprevisible y a lo desconcertante. Muchas veces las intenciones
previas del protagonista se van torciendo a medida que el texto
avanza. Usa la ironía, la caricatura y hasta el grotesco para
mostrar a sus personajes en esa realidad extraña y laberíntica que
resulta ser para él, el mundo. Existe, además, la recurrencia del
alter-ego en muchas de sus libros.
Muchas de sus
historias -confiesa- surgen a partir de sueños o ensoñaciones y
siempre o casi siempre están ligadas a la realidad que le toca
vivir, como por ejemplo en "Diario
de un canalla"
-novela corta escrita durante su período en Buenos Aires- de la que
dice no haber inventado nada. Algunos críticos consideran a ésta
como una de sus mejores obras.
En
su obra se destacan tres novelas del mismo tono, autodenominadas
como: “La trilogía
involuntaria”
que son: “La
ciudad”,
“Paris”
y “El
lugar”.
Estas novelas tienen un clima opresivo casi kafkiano donde el tiempo
y el espacio se estiran y cambian y han sido consideradas como una
metáfora del Inconsciente.
Otras
novelas interesantes son: "El
alma de Gardel"
y ” Dejen
Todo en mis Manos"
Sus cuentos,
de tono variado, mantienen ese clima extraño donde la ironía y la
caricatura son los elementos importantes que caracterizaron toda su
obra. Esto se nota especialmente en el libro: "La
máquina de pensar en Gladys"
Levrero fue un narrador nato y
sus historias generan un sinfín de situaciones que logran muchas
veces altura poética sin embargo nunca escribió poesía.
No
le gustaba explicar sus cuentos y tampoco le gustaban mucho las
entrevistas. De hecho una de las pocas explicaciones sobre su
escritura aparece en el texto titulado: “Entrevista
imaginaria con Mario Levrero por Mario Levrero”,
en la que realiza una verdadera parodia a una entrevista periodística
donde entrevistador y entrevistado son la misma persona. Allí
explica de manera desopilante su manera de narrar, algo de su vida y
termina arrojándole a su interlocutor (él mismo) la máquina de
escribir por la cabeza, cuando éste le pregunta “¿Qué
consejo le darías a los escritores jóvenes”?
Logró
cierto apogeo luego de la dictadura con algunos libros, consiguiendo
atraer cierto público que lo admiraba, convirtiéndose con los años
en un escritor “de culto” por parte de sus seguidores. Sin
embargo, tampoco tuvo mayor consideración de parte de la crítica;
solamente ganó una mención en un concurso de la revista Marcha
por su novela “La
ciudad”
y fue luego de fallecido que consiguió un premio a mejor libro de
narrativa con "La novela luminosa"
Llegó
a colaborar con Leo
Masliah, otro
“raro” que alterna entre la música y la literatura. Levrero le
aportó varios textos para que Masliah los musicalizara y ambos
realizaron trabajos en conjunto para revistas y mantuvieron una larga
amistad.
En los últimos años de su
vida fue más difundido, logrando algún aporte económico por su
labor literaria. Pero siempre estuvo a la sombra de los grandes
escritores de éxito de nuestro país.
Y escribió una columna semanal
para la revista Posdata donde incluía textos breves sobre temas
diversos con el humor absurdo que lo caracterizaba y que a la postre
derivaría en su publicación en dos volúmenes en libro donde
aparecen recopiladas. También organizó un taller virtual a través
de Internet, donde los alumnos se inscribían y realizaban los
trabajos que él les proponía comunicándose por la red.
Como
hecho curioso, escribió un “Manual
de Parapsicología”
a petición del Prof.
Torri,
parapsicólogo y sacerdote peruano. Levrero demostró su interés
por esta moderna disciplina científica ya que decía poseer
características telepáticas casi desde que comenzó a escribir,
algo que le preocupó mucho y que gracias a este profesor pudo
aceptar.
Tuvo una prosa desprolija, y no
siempre bien lograda – al decir de sus críticos- pero sin embargo
volcó un caudal de imágenes sugerentes e hizo una literatura
diferente, con algo lúdico o infantil y totalmente original.
En lo cotidiano, se lo definía
como un ser excepcionalmente generoso, obsesivo, contradictorio,
capaz de bucear en el alma humana, tanto propia como ajena.
Le gustaba el trabajo que
significara un desafío. Cuando lo pusieron a controlar al personal
en la revista en la que trabajaba, se fue.
Tuvo varios hijos y un hijastro
de su última mujer, que era psiquiatra e hizo terapia psicoanalítica
Falleció a los 64 años,
debido a un aneurisma de aorta, en el año 2004.